Tengo un libro preferido que leo cuando necesito encontrar de vuelta mi camino. Cuando no sé si me perdí a mi misma.
Busco en sus páginas algo que me diga qué debo hacer, que pensar o qué sentir. Yo creo que lo que es hoy ya fue una vez, que ya existió. Que nuestro destino sí que está escrito.
Hoy encontré el título de este artículo.
En momentos de indecisión, confusión, incertidumbre…. busco una respuesta en algún párrafo que me diga si lo que debo hacer es lo correcto o sólo es lo que yo quiero.
Esos días en los que tu mente está tan llena que cualquier sonido del exterior es mudo. Que sólo se dibujan formas sin sentido ni sincronización ante tu mirada, porque no puedes salir de tu nudo de pensamientos.
Muchos únicamente, quizás, verán mi sonrisa. Y me repongo por ello. Me hace sentir fuerte que aún pueda pegarla en mi rostro cada mañana al despertar.
No por no reflejar al mundo mi estado interior o la inseguridad con la que a veces tripulo mi vida (por orgullo o protección de mí misma) pues a ello se le llamaría hipocresía; sino porque a ellos… a los de mi lado… a los desconocidos…a los cercanos o distantes de mi día a día… merecen no mis dudas… no mi miedo…si no una sonrisa que no cargue más al prójimo de lo que cada uno seguro lleva.
Pienso que ese pequeño gesto viste tu rostro y transmite cosas buenas. ¡Y ojo! no hace que el otro piense que tu vida es perfecta (creer eso sería ceder a la ignorancia), prefiero pensar que está en nosotros regalar algo a la vida. ¿Y qué es la vida sin el conjunto de personas de nuestro alrededor?
¿Que habrá días sin sonrisa? puede…pero ¿para qué está la estadística si no para sacar una media? haz tú gráfica. 🙂